El ciclo hidrológico o ciclo del agua es el proceso de
circulación del agua entre los distintos compartimientos de la hidrósfera. Se
trata de un ciclo biogeoquímico en el que hay una intervención mínima de
reacciones químicas, y el agua solamente se traslada de unos lugares a otros o
cambia de estado físico.
El agua de la hidrósfera procede de la desfragmentación del
metano, donde tiene una presencia significativa, por los procesos del
vulcanismo. Una parte del agua puede reincorporarse al manto con los sedimentos
oceánicos de los que forma parte cuando éstos acompañan a la litósfera.
La mayor parte de la masa del agua se encuentra en forma
líquida, sobre todo en los océanos y mares y en menor medida en forma de agua
subterránea o de agua superficial por ejemplo ríos y arroyos. El segundo
compartimento por su importancia es el del agua acumulada como hielo sobre todo
en los casquetes glaciares antártico y groenlandés, con una participación
pequeña de los glaciares de montaña, sobre todo de las latitudes altas y
medias, y de la banquisa. Por último, una fracción menor está presente en la
atmósfera como vapor o, en estado gaseoso, como nubes. Esta fracción
atmosférica es sin embargo muy importante para el intercambio entre
compartimentos y para la circulación horizontal del agua, de manera que se
asegura un suministro permanente a las regiones de la superficie continental
alejadas de los depósitos principales.
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